Cinco jugadores en la cancha, siete en el banco de suplentes…
todos quieren jugar. Cuarenta minutos para repartir. ¿Qué pasa por la
cabeza de los jugadores que no juegan?
El básquetbol propone que un quinteto de atletas está en el campo de
juego, mientras otros siete compañeros “esperan” en el banco de
suplentes. A lo largo de una temporada (y esto ocurre no solamente en
primera división, sino en categorías formativas también), suele ocurrir
que algunos deportistas se afianzan en el equipo, mientras que la
participación de otros se va reduciendo paulatinamente, hasta en algunas
oportunidades no ingresar en todo el partido.
Como hemos compartido a lo largo de varias columnas, el factor mental es
determinante en la posibilidad de rendimiento deportivo. Obviamente que
los jugadores que tienen la chance de ser protagonistas activos de los
juegos están más activados y motivados que los que tienen su
participación condicionada a una pequeña cantidad de minutos, o a un
acotado margen de error cada vez que ingresan al campo de juego.
De manera tal que es conveniente reflexionar acerca de qué hacer con
los atletas que “no juegan”. Está claro que en temporadas largas, un
plantel necesita de muchos jugadores, por diversos motivos.
Precisamente esta cuestión es objeto de preocupación de muchos
entrenadores, ya que en varias oportunidades no perciben en esos
deportistas la predisposición, concentración, motivación, y confianza
necesaria para confiarles un lugar más relevante en la rotación de
minutos del equipo.
Las explicaciones a este punto suelen ser del tipo “el jugador tiene
que estar preparado al 100% siempre para cuando le llegue la
oportunidad”. Esto es verdad, si en el medio del proceso de
entrenamiento y competencia se tienen en cuenta algunos puntos que son
funcionales a la activación del psiquismo del atleta.
El primero de ellos tiene que ver con el concepto mismo de
motivación: en este sentido, la principal fuente de motivación interna
de un deportista tiene que ver con SENTIRSE COMPETENTE, lo cual
significa entender que puede aportar desde su lugar individual al
engranaje del equipo. La evidencia muestra en varias oportunidades que
los jugadores con escasa participación en los encuentros no solamente no
se sienten competentes, sino que tampoco se sienten realmente parte del
equipo.
El segundo apartado apunta a la necesidad psicológica incondicional
de crecimiento que poseen los jugadores. Aun hablando de atletas
adultos, TODOS QUIEREN CRECER. Algunos lo demuestran, y otros no, pero
la realidad psíquica del atleta es la siguiente: ninguno rechaza la
posibilidad de crecimiento ante la oferta sincera de su entrenador.
De este modo es indispensable la asignación de OBJETIVO INDIVIDUALES
DE RENDIMIENTO para esos jugadores. Si bien todos los integrantes de la
plantilla deben (o debieran) tener objetivos de rendimiento (no
solamente de resultado), monitoreados por el cuerpo técnico, los que
juegan poco, o directamente no juegan, precisan sí o sí estas metas, a
los fines de mantenerlos motivados, activados y entendidos de que ellos
son parte del equipo, y que su desarrollo tiene meollo en el devenir
deportivos del plantel.
Este tipo de objetivos de rendimiento no tiene que ver con expresarle
“debés jugar mejor que Fulano” o “tenés que meterla más que Sultano”.
Esos son objetivos de resultado, los cuales no dependen totalmente del
deportista en cuestión, sino de la interacción de él con el entorno. Las
metas a plantear deben tener que ver con el desarrollo de ejecuciones
técnicas y tácticas individuales que dependan totalmente de la acción
del deportista. En vez de “meterla”, debiera ser “tomar la opción de
lanzamiento cada vez que se presente”; en vez de “date cuenta de los
momentos del partido”, debiera ser “luego de dos balones rápidos, un
balón de ataque fijo para el perimetral que está convirtiendo”, sólo por
citar algunos ejemplos.
El rendimiento va necesariamente de la mano del crecimiento, y eso
(aun en niveles de competencia profesionales), es mejorar la experiencia
deportiva de nuestros atletas.
Hasta la próxima columna.
César Bernhardt
Socio Gerente de Match Gestión en Deporte