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Trabajo en equipo... Ganar y Perder

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Trabajo en equipo... Ganar y Perder

25 de marzo de 2022

La fuerza del lobo proviene de la manada 
“Es mejor un jugador que hace más grande a un equipo, que un gran jugador” decía John Wooden, entrenador de la UCLA. Los equipos de alto desempeño se caracterizan por tener jugadores que ponen al equipo por encima de ellos mismos. Son equipos donde todos se alinean detrás del funcionamiento colectivo. 
“La fuerza del lobo proviene de la manada” solía decir Phil Jackson a los multicampeones Chicago Bulls, a partir de un poema de Kipling. Gregg Popovich también es muy estricto frente a las acciones egoístas de sus jugadores y las castiga con los minutos en cancha que da a cada jugador. 
Hay un proverbio árabe que dice “Mejor mil enemigos afuera de la carpa que uno adentro” y otro que declara “Un poco de agua por un hoyo pequeño inunda la canoa”. Si un grupo de jugadores es capaz de ponerse detrás de una idea común, de un plan de juego, de valores compartidos, y pensar que algo sólo es bueno si es bueno para el equipo, multiplica sus chances de ganar. Lo difícil de todo esto es poder mostrar a alguien con buenas intenciones la manera correcta de contribuir. No queremos que seas un gran jugador, queremos que construyas un gran equipo. 

Primero el equipo 
San Antonio Spurs representa el modelo de equipo en el cuál cada integrante disfruta ser parte. Sin egoísmos, exigentes, dignos en la derrota, poniendo la persona delante del jugador. Un gran equipo se construye con gente que pone al equipo delante de cada integrante. 

Once anillos 
El libro “Once anillos” recorre los diferentes campeonatos de la NBA ganados por Phil Jackson, el coach más ganador de toda la historia de la NBA. Su mayor logro es haber construido equipos -Chicago Bulls y Los Angeles Lakers- a partir de algunos de los mejores jugadores que tuvo este deporte -Jordan/ Pippen y Shaq/Kobe. Logró que esas estrellas se den cuenta que no podían ganar nada sin construir antes un equipo. Domó sus egos y los hizo poner al servicio de algo mayor. Cuando logró eso, esas estrellas lograron salir campeones. Habla en muchos pasajes del libro de la transformación que tienen que hacer los equipos para pasar del estadío de evolución “yo soy muy bueno, vos no” a “nosotros somos muy buenos, ellos no”. 

Pasarse la pelota 
Los equipos que se pasan la pelota han entendido lo más importante del juego. Han comprendido que gana aquel capaz de construir los mejores tiros la mayor cantidad de veces y eso sólo se logra pasándose la pelota, buscando la oportunidad que brinda la mejor ventaja. Llegar a esa idea es madurar como equipo. Es renunciar al lucimiento personal para que se luzca el equipo.

Ayudar al otro a convertir 
“Nos pasamos la pelota realmente bien. Conseguimos asistir. Ayudamos al otro a convertir. No somos un equipo de uno contra uno. No tenemos ese tipo de jugadores, para convertir tenemos que trabajar como un grupo. Tuvimos siete jugadores con tres asistencias o más. Así es como nosotros tenemos que jugar.” Gregg Popovich, analizando un triunfo de San Antonio Spurs.



El mal ganador no tiene recorrido 
"Todos queremos ganar. En el deporte, en el fútbol, en la vida, todos buscamos resultados. Pero también debemos trasladar la ética y la buena conducta personal. Es más apreciado y valorado un buen perdedor que aquel gana de manera soberbia o vanidosa. Pues eso no dura nada. El mal ganador no tiene recorrido. Un ganador tonto, estúpido, siempre es peor que aquel que le toca perder pero lo sabe hacer. En la derrota también se aprende. La derrota también es didáctica. Nosotros ahora hemos perdido pero lo hemos hecho con dignidad. No creo que la derrota deba ser un sufrimiento para nadie. No debe ser un drama. No se debe caer en el extremismo. Prefiero ganar, pero estamos obligados a demostrar un buen proceder. Se puede fallar en un gol pero en lo que no podemos errar es en la forma de comportarnos." Vicente del Bosque, técnico campeón del mundo con la selección española de fútbol. 

Pagar el precio 
La tristeza por perder en el deporte es el precio que se paga por la felicidad del triunfo. Entrar al mundo del competir tiene ese costo. Disfrutar de la alegría inmensa del triunfo trae aparejado sentir en los huesos la tristeza de la derrota. Uno se hace un digno ciudadano de este ámbito aceptando la derrota como un caballero. Hoy uno paga el precio para tener derecho a disfrutar mañana. 

Quedarse con las manos vacías 
El deporte te expone a la sensación de haberlo dejado todo y quedarte con las manos vacías en el último segundo por una jugada que se da una vez en mil. Ese vacío te expone a dos caminos: el hundirte en eso que sentís o el redoblar los esfuerzos para dejar de sentirlo. Un camino o el otro lo tomas de acuerdo a tu carácter. Están quienes hacen los deberes de que tienen que mejorar para no depender de esa ultima bola, y quienes pasaran de largo y no aprenden nada de la experiencia. El vacio es tan insoportable que algo tenes que hacer con él. 

Saber perder 
Lo que más admiro de Manu Ginobili no es su capacidad de ganar sino su humildad en la derrota. Una persona muy ganadora que acepta perder y los méritos de su rival es doblemente fuerte. Aquellos que no saben perder ponen de manifiesto su debilidad, su inseguridad. Las personas son más fuertes cuando aceptan sus limites y trabajan para superarlos. Una derrota es un aviso, un empujón hacia adelante, nunca una sentencia. Una derrota es una foto y no toda la película. 

No deja de ser un juego 
Perder es una de las posibilidades. No hay que dramatizar las cosas. Hay veces que toca ganar y otras no. Creo que lo importante es que un equipo de su mejor esfuerzo en la cancha. Podés tener un día con más o menos suerte. Hay que seguir adelante y buscar una nueva oportunidad de estar ahí. Aunque haya que esperar cuatro años. En el medio habrá un montón de alegrías y tristezas nuevamente. No deja de ser un juego. 

Luchar 
Hay veces que hay que seguir luchando. Dar un paso más aunque no se vea la luz, el final del camino. En esos momentos hay que sacar fuerzas de donde no se tiene. En esos momentos uno se gana el apodo de guerrero. El alma se templa. Y solo hay que esperar que las cosas cambien mientras uno se mantiene en la constancia de la lucha. Uno esta orgulloso de aquel que se muestra firme en sus convicciones, que le pone el pecho a las dificultades. Uno admira a esas personas. 

Resistir 
Hay veces que hay que agarrar fuerte el remo y remar. Hay que tirar los planes y dejar de lamentarse por el mundo que soñamos y no vino. Hay veces que la meta es solo ir perdiendo 1 a 0 y esperar que pase la tormenta. Agarrarte fuerte y suplicar que cese el viento. Si no sos capaz de hacer eso, vas a perder 5 a 0 al final del primer tiempo y el partido se te habrá ido. Hay un valor en el soportar, en agachar la cabeza mientras te siguen tirando piñas y no sabes en donde estas. Si tu rival te ve sobrevivir después de tanto pegarte, empezará a pensar que eres invencible. Mientras aguantes el 1 a 0 hay partido por delante.


Textos del libro: De la cabeza (Carlos Saggio)
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